La aparición de diversas variedades de malezas tolerantes y resistentes se ha convertido en un problema recurrente en todo el esquema productivo de Argentina.
Si bien se está produciendo un cambio de paradigma en el manejo de las mismas, la estrategia para mitigar y controlar las malezas sigue basándose en la gestión agronómica y química. El control químico es una acción que se realiza de manera preventiva en el caso de un residual o de forma correctiva en el caso de alguna maleza que se presente en el lote. Como bien sabemos, no es lo más inteligente apostar todas nuestras fichas a la probabilidad de éxito con la que hacemos una aplicación ya que no es el único momento en que podemos actuar para reducir la población de malezas y así disminuir los costos de los insumos.
Cada proceso se compone de múltiples variables que determinan su éxito. Si nos referimos a las aplicaciones, cabe citar el horario de aplicación, la dosis y el principio activo que elegimos, el tipo de pastilla que usamos, la calidad de formulación de los insumos que empleamos, las condiciones atmosféricas disponibles, las propiedades del agua -que será el vehículo de los fitosanitarios-, el modo de aplicación, la estabilidad de la mezcla en el tanque y más.
Si tomáramos dimensión del impacto que tiene una aplicación exitosa, el tiempo que dedicamos a controlarla y supervisarla seguramente sería mayor. Durante el momento de aplicación, es importante prestar atención a todos los factores que influyen.
En primer lugar, debemos conocer la calidad del agua a utilizar. En su composición, el agua posee cationes de diferente naturaleza que pueden afectar la eficiencia de aplicación de los fitosanitarios. Es fundamental realizar este análisis y, dada su simplicidad y el impacto que tiene, debería ser una práctica básica.
En segundo lugar, es preciso poner el foco en la calidad de aplicación. Muchas veces, los fallos se atribuyen a problemas originados durante el proceso, sin tener en cuenta que el inconveniente puede estar en la propia aplicación. La calidad de aplicación tiene una preponderancia vital en condiciones desfavorables, sean climáticas o relacionadas con las condiciones del cultivo o de la plaga a tratar.
La calidad de aplicación tiene que ver con llegar con el producto al lugar que deseamos y con una máxima eficiencia de aplicación, ya que podemos estar logrando el número deseado de impactos sin tener en cuenta una deriva considerable que dará lugar a problemas de fitotoxicidad. Para llegar a donde queremos sin dañar los cultivos sensibles, nuestra principal herramienta es la tarjeta hidrosensible.
En tercer lugar, también es importante realizar controles y chequeos a equipos. La limpieza de residuos y el chequeo de pérdidas de tanque son acciones cruciales para prevenir los riesgos de intoxicación del operario y para asegurar que dichos equipos sean seguros para la sociedad en su conjunto. Existen coadyuvantes con tecnologías que logran la inactivación y degradación de fitosanitarios que evitan la contaminación.
El éxito de una buena pulverización viene de la mano del análisis e implementación de cada uno de los puntos mencionados. Llevarlas a cabo y darles la debida importancia nos ayuda a alcanzar la eficiencia, ahorrar problemas, lograr mejores controles, reducir costos y ser mucho más respetuosos con el medio ambiente.
Fuente: Emiliano Capozzi - (Gerente Técnico de Bahnsa SA)